martes, 7 de diciembre de 2010

Respingo

Estaba sentada esperando que pasara un subte decentemente espacioso. Sentada, en medio de uno de los bancos de chapa con agujeritos de la línea B. Y en eso, me siento impulsada hacia arriba de golpe: una señora se había sentado en el extremo derecho del banco, más bien, se dejó caer arriba de banco. No pasó ni un minuto que me sentí de nuevo impulsada hacia arriba contra mi voluntad. Un viejito corpulento hizo lo mismo a mi izquierda.

Me rehúso a creer que fue casualidad.

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