jueves, 10 de marzo de 2011

Diez razones para escribir, por Roland Barthes

1) por una necesidad de placer que, como es sabido, guarda relación con el encanto erótico;
2) porque la escritura descentra el habla, la persona, y realiza un trabajo cuyo origen es indiscernible;
3) para poner en práctica un “don”, satisfacer una actividad distintiva, producir una diferencia;
4) para ser reconocido, gratificado, amado, discutido, confirmado;
5) para cumplir cometidos ideológicos o contra-ideólogicos;
6) para obedecer las órdenes terminantes de una tipologia secreta, de una distribución combatiente, de una evaluación permanente;
7) para satisfacer a amigos e irritar a enemigos;
8) para contribuir a agrietar el sistema simbólico de nuestra sociedad;
9) para producir sentidos nuevos, es decir, fuerzas nuevas, apoderarse de las cosas de una nueva manera, socavar y cambiar la subyugación de los sentidos;
10) finalmente, y tal como resulta de la multiplicidad y la contradicción deliberadas de estas razones, para desbaratar la idea, el ídolo, el fetiche de la Determinación Única, de la Causa, y acreditar el valor superior de una actividad plural, sin causalidad, finalidad ni generalidad, como lo es el texto mismo.

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